La banda sonora de mi día suena asi.

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>Stop. Inspiro. Son las 18.17 y por supuesto no espero ver la Luna. Estamos en la época de los dos soles. Voy a olvidar esta semana. Mañana será calmado, usaré sandalias y el césped me hará cosquillas en los pies.

Volví a pintar mis uñas en rosa. Ya no tengo prisa, y esos 8 huesos de la muñeca los aprenderé esta noche.

Mi mesa necesita una limpieza, llena de letras, suspiros y miradas al infinito. Si pierdo la concentración y el cuerpo me pide Sal. Será que el Mediterráneo me reclama.

Decisión

Un manto de oscuridad cubre lo que tanto se ansiaba. La lluvia acompañaba día y noche y las ganas por regresar aumentan. Mi astro no asoma. Te echo de menos.

Reflexiono sobre las personalidades, como influye, los ir y venir de los forasteros. Todo es por ti, que nos dejas sin ver tu cara. Que asomas en pequeñas dosis y no son suficientes. Cada despertar es un día gris.

Los primeros meses fué fantástico, totalmente lo opuesto. El segundo invierno llegó, fué largo, pero sabíamos las consecuencias pero ¿ahora? ¿dónde estás? ;pregunta estúpida, puesto que ya conozco la respuesta. Cuento días. Esto es el principio del argumento de mi decisión. Ahora no, pero te abandonaré.

Témpera gris.

Un dia 13, como los que te gustan.

Aquí el cielo no se deja ver, una capa de nubes muy espesa deja traspasar la luz, pero parece que es un mundo aparte, creado por y en medio de la nada, que la naturaleza es artificial y dudo de mi existencia.

¿Hasta que punto todo es real?

En días como hoy me planteo si la vida es realmente sueño.

Veintidós veces caigo, veintidós veces me levanto.

La fuerza se escapa y no sabes donde se esconde.

El cielo sigue estando azul pero ahora se vé detrás de la ventana.

Indefensa ante lo que no ofende.

Confundida dentro de la claridad y aquello que con monedas se pagó intenta volver a la mente, poniendo en proceso lo que se aprendió.

Rayos bipolares cruzan, crean la fusión entre objetivo y subjetivo, se apagan y la realidad ciega mis ojos.

Sin fuerza para pensar considero la opción de abandono y no hay espacio en ningún esquema.

Quizá por simple masoquismo levanto cabeza veintidós veces al día.

Tengo, no tengo, quiero, no quiero. Todo está sobre la mesa.

No hay dudas pero cada llamada significa un paso atrás.

Si tú no eres feliz me cuesta avanzar.

Pero llego el día en que «tu» se convierte en «vosotros» y un «yo» siente impotencia.

Así el tonto pez de memoria de tres segundos se muerde la cola veintidós veces al día.

Cuento con los dedos de mis manos y se dibuja mi sonrisa. Estáis ahí.

Cada cuál tiene su voz de aliento, pero esta leona se cansa de salir de caza y volver de vacío.

Miedo.

Las agujas del reloj son tan perversas que pueden hacer que escuches el sonido que producen al moverse en tu cerebro, tan profundo que enloquecer está a un paso.

No ser la perfección puede acarrear demasiados problemas.

El mundo tiene su opción «seguirlo» pero si eres un rebelde mueres.

Y el dilema empieza cuando se lucha interiormente antes de cruzar una palabra.

El interruptor de emergencia está encendido y no se donde están los escondites.

No quiero que llegue mañana.

Si todo fuera un sueño ahora querría despertar.

Maldita paranoia llamada miedo.

 

Y cuentan…

Y Alicia vive en ese mundo que gira como esas ruletas rojas y negras sin principio ni fin. No sabe si es de día o de noche, en realidad hay poca diferencia.

La supervivencia entre sombrereros locos y gatos parlantes es su mundo.

Cuentan que vive en su burbuja, que no hay realidad verdadera en su vida y la palidez de tu tez indica la fantasía en la que se mueve pero nadie sabe que es un ángel, disfrazada con su vestidito azul y su larga melena, que crea su propio mundo lleno de maravillas ya que la realidad corta demasiado.

 

 

Olvidaste.

Olvidaste que he visto los amaneceres desde otro  lugar.

Olvidaste que nunca habías sentido como ahora.

Olvidaste que nadie tiene la llave de la razón siempre en el bolsillo.

Olvidaste que las almas no entienden de razones.

Olvidaste que la lucha es mejor que la huída.

Olvidaste que la lluvia no solo moja tus zapatos.

Olvidaste el Sol y con ello parte de la alegría.

Olvidaste que si callo no es que otorge.

Olvidaste que el dolor es inevitable.

Olvidaste que el aceptar es una parte del amar.

Olvidaste que no es sencillo olvidar.

Débil

Entreabro los ojos y veo una luz que alguien dice que siga con la mirada.

Intento ubicarme literalmente, no sé donde estoy, no tengo miedo. Sólo quiero salir de ahí.

Y ese abrazo entre sollozos me reconforta lo suficiente para rascar con sarcasmo la situación.

Después de todo, camino sola y esa voz empieza a recordar incluso a crear nuevas frases que me aturden, me aplastan, me angustian. Respiro hondo, intento controlar el visible sentimiento de angustia.

Débil.

Espero el tren y el Sol arde más que nunca.

Mi cabeza reposa contra el cristal, veo correr los edificios, los árboles, la mar… y grita cada vez mas furiosa y alto todo lo que nunca quisiera escuchar.

Débil.

Y quisiera correr, escapar… huir.

Débil.