A veces te recuerdo.

Ahora que ya sé muchas de tus mentiras, callo y prefiero el silencio. Sé que es batalla perdida. Te pongo lejos y bebo manzanilla caliente pensando en el regalo que llevo dentro.
A veces te recuerdo, en los pequeños gestos, esos que sí eras tú, en los que salía ese amor que venía de otra vida y se encontró en esta. Pero cuando tu consciente volvía, yo ingenua, no imaginaba la realidad en la que me atrapaste.
Aprendí de tí. Sé que tú también de mí. Sé que me quisiste como a nadie en este mundo. Me enseñaste que se puede ser correspondida aunque no signifique tener un final feliz. Sin proponértelo me hiciste la mujer más afortunada del mundo. No vuelvas. Gracias.